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Writer's picturePaul Mirande

La cultura inculta

El libro del Doctor Patricio Barzallo se asemeja a un largo viaje. Un viaje en el pasado más remoto con mirada hacia el futuro. Un viaje de la prehistoria a la modernidad y a la posmodernidad. Un viaje por la evolución de nuestro patrimonio genético y cultural pero pasando por las revoluciones científica, cultural, industrial y democrática. Un viaje por las culturas de los hemisferios oriental y occidental. Un viaje que regresa siempre al Ecuador en general y a Cuenca en particular. El autor nos hace viajar en el tiempo, desde la cueva a los rascacielos, desde el primer grito gutural de un ser humano hasta los miles de idiomas hablados en el mundo y desde el momento en el cual el hombre se puso de pie hasta el momento en que pisó otros cuerpos celestes.

El autor dice claramente cuál es su intención: “Lo que queremos en realidad, es establecer con cierta claridad, cuáles son las causas que nos tienen como estamos.”

Para realizar este diagnostico el Dr. Barzallo aplica el método de los meteorólogos. Para hacer una predicción del tiempo en un territorio muy reducido hay que conocer primero la circulación atmosférica del mundo entero. Es exactamente eso que hace: analiza las culturas del mundo entero, sus origines y su evolución, para definir la cultura que podría ser la ecuatoriana y la cuencana en un futuro próximo.

Sin embargo, en materias culturales, hay que hacer el movimiento inverso, piensa el autor: “Apreciar primero lo local, dándole un sentido nacionalista para luego valorar la cultura latinoamericano y universal.”

De 1830 hasta 1980, antes de los levantamientos indígenas, el país ha tenido una matriz mestiza, hegemónica, egocéntrica, positivista y occidental en la cual los ecuatorianos, quienes son esencialmente más indígenas que europeos, han sido copiadores de tercera categoría de modelos occidentales extranjeros. El Ecuador es como un mendigo sentado en una mina de oro. Tiene una riqueza cultural impresionante: once culturas indígenas, una africana y una mestiza. El peligro es que todas estas culturas se vuelven folclóricas y, después de un pasaje por los museos del país, a la final desaparecen, empobreciendo la sociedad. Por eso, el autor aboga por una interculturalidad radical, para comenzar en la universidad, integrando dinámicamente en los cursos elementos de las culturas indígenas, amazónicas y africanas.

En esta misión, el Atenas del Ecuador puede jugar un papel de primer plano: “Cuenca será la cuna de la interculturalidad y sus habitantes hablarán dos o tres idiomas por necesidad.”

Lamentablemente, la “cultura inculta” – que básicamente es el irrespeto de y a los demás, cual que sea su cultura – se manifiesta de maneras muy diversas, que el autor analiza en detalle.

Resumiendo el sentido del concepto de “cultura inculta” podríamos parafrasear la divisa de Cuenca diciendo: “Primero yo y después vos”.

Ahora bien: todo el mundo está inmerso en una cultura. En este sentido nadie, con la excepción de un ser que no aprendió el lenguaje de su entorno en baja edad, es inculto. Hay gente muy cultivada que puede comportarse de manera muy inculta así como puede haber gente con poca educación y conocimiento que tiene mucho respeto a los demás.

En la “cultura inculta”, es inculto alguien que bajo el pretexto de participar a un evento cultural se comporta de una manera bárbara. El ejemplo más llamativo es la costumbre en Carnaval de tirar agua y a veces bloques de hielo a los demás, quienes muchas veces no aprecian estos actos, bajo el pretexto de purificarles.

Para concluir, hemos notado cinco aforismos del autor que merecen ser citados en una antología :


La cultura se tiene y se disfruta, pero no se ostenta.

Todo reconocimiento del otro ennoblece la sociedad.

El gusto es en la cultura lo que la fe es en la religión: burla cualquier intento de fundamentación.

El hombre vulgar es un hombre sin ideales, que hace del arte un oficio, de la ciencia un comercio, de la filosofía un instrumento, de la virtud una empresa, de la caridad una fiesta y del placer un sensualismo.

Los círculos burocráticos enquistados en el poder no desaparecen nunca, como el eucalipto cuando es podado, aunque este se diferencia de los primeros por el aroma que despide.


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